sábado, 5 de marzo de 2011

Garrafin: la garrafa existencial.Capitulo III


Capitulo III


Tras el estruendo se abalanzó sobre la escena el silencio, el masticable, el que ralentiza cualquier pensamiento y emoción…garrafin notó que se desplazaba, torpemente, pero lo hacía; el humo que cubría todo el almacén no le dejaba ver; pensó que aun seguía en algún tipo de cinta transportadora. El humo se fue disipando y fue entonces cuando garrafin se dio cuenta que se  elevaba de la superficie más de lo normal, al observar el suelo observó que poseía extremidades, unas piernas humanas que se movían automáticamente. Aun no había asimilado éste hecho cuando se dio cuenta que estaba impregnado de sangre y de forma también autómata unos brazos que le salían a la altura de la agarradera, trataban de limpiarla, extendiéndola aun más si cabe…fue su última acción ante de caer al suelo, inconsciente, superado por lo ocurrido…

Bip…bip…bip…ese sonido agudo y martilleante se iba colando en la consciencia de garrafin, atrayéndole hacia éste mundo. Tras varios parpadeos consiguió vencer al letargo y pudo ir enfocando con mayor nitidez; comenzó a descubrir que se hallaba en una sala extremadamente iluminada, al querer moverse se percató que estaba conectado a un sinfín de maquinas que producían esos sonidos turbadores…mirase donde mirase hallaba las siguientes siglas “I.I.C.I.” y no fue hasta que alcanzó a leer en uno de los numerosos informes que invadían aquella sala cuando comprendió tanto su significado como  su particular paradero: Instituto Internacional de Casos Inexplicables.
Sin pensarlo y aprovechando que no había nadie en aquella sala se levantó y se dirigió a la puerta; tras la puerta, garrafin se encontró con un interminable pasillo, primero comenzó caminando como si fuera un potrillo recién nacido, pero la idea de que le pudieran coger le hizo correr con tal ahínco que se olvidó que aun seguía conectado a las máquinas, el ruido que estas producían al chocar con paredes y mobiliario le hacían creer a garrafin que le seguían, por lo que aceleró aun más su marcha…
No se sabe como, pero garrafin, pudo salir del I.I.C.I, y sin ser visto. Una vez en la calle y a pleno sol, la primera decisión que tomo fue la de esconderse; eligió una de esas rotondas extrañas que habitan en el mundo; una vez allí comenzó a despojarse de las máquinas a las que estaba conectadas…decidió permanecer en aquel lugar, pero la adrenalina y el sonido de su corazón (el sonido del corazón de garrafin es como el sonido que producen las garrafas de oficina cuando le extraen agua) le invitaban a salir de aquel lugar… y lo hizo.
Esta vez dominó sus nervios, que no su paso, y decidió avanzar de forma sigilosa, manteniéndose brevemente oculto en cada objeto que hallaba a su paso; un buzón de correos, una papelera, un coche… un hueco entre dos contenedores . Y fue en este escondite, próximo a un colegio, donde trató de reflexionar sobre lo que iba a ser…aun no había llegado al predicado de dicha reflexión cuando una voz le llamó la atención; se trataba de Giuseppe Duston Ditale; un profesor de biología italo-americano. De repente puso atención a la lección que aquel día desarrollaba el docente biólogo;  fue cuando Garrafin rescato la siguiente frase: “ el ser humano está compuesto por agua en un 75%”….esa frase aparentemente inocua e insabora marcará el futuro y la existencia de Garrafin; ya que surgió de lo más profundo de su ser la siguiente reflexión existencial:
“ Si el ser humano está compuesta por agua en un 75%, yo que soy todo agua en un 100%; seré más humano que los humanos?

…continuará…

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